18 marzo 2014
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FUEN TE: Sevilla Insólita
Réquiem por una fabrica.
La primitiva Fábrica de Bronces echó a andar en la temprana fecha de 1565, no así la que hoy conservamos. Se sabe que existía un primitivo taller en 1525 y que tanto Juan Morel, como su hijo Bartolomé, fabricaron cañones desde Sevilla antes de esa fecha. En 1555, el maestro artillero y fundidor se trasladó al Barrio de San Bernardo, futura residencia de la fábrica. Parece ser que los primeros grandes pedidos de esta incipiente factoría tuvieron como destino la defensa del archipiélago canario.
Los Morel compraron en 1565 tres solares para la fundición de campanas y cañones. Solo tres años de abrir sus puertas, Felipe II ordena a la Casa de la Contratación que le proporcione a Bartolomé cobre y estaño para fabricar cañones. El hijo de los Morel también fabricaría para la Catedral el Giraldillo, varias campanas de la Giralda, el tenebrario y el facistol. En 1634 debido a la notoriedad que la fundición estaba consiguiendo, el Estado la adquirió. De esta manera, la Real Hacienda inicia así el régimen que se llamaría de los “asentistas”, en el que los fundidores quedan unidos a la industria por asientos o contratos de diez años. A partir de 1717 termina este periodo de asentistas comenzando la etapa de los Directores Militares.
De aquella primitiva fábrica hoy apenas conservamos restos, pues entre 1720 y 1773 los arquitectos-ingenieros Próspero Verboom y Jean Marit llevaron a cabo un ambicioso programa que modernizó de arriba abajo las vetustas instalaciones. El edificio exento de andamios duro poco, pues en 1782 las obras volvieron al lugar. En las nuevas reformas a la fábrica se le dotó del carácter barroco y monumental con el que hoy se le conoce. La centuria ilustrada concluiría con la construcción de tres grandes hornos, de 500, 600 y 700 quintales de bronce. Es ahora cuando oficialmente podemos dar por inaugurada, o más bien reinaugurada, la Real Fábrica de Artillería.
La vinculación de la Fábrica con la historia de América es incuestionable. En 1783 se le encarga la construcción de los cañones con los que España ayudó a los colonos norteamericanos a independizarse de Inglaterra. Como recuerdo de este hecho, en la puerta de la Fábrica se conserva un mortero con el nombre de Washington. La cosa no termina aquí, pues fue en esta célebre fundición donde se produjo el Cañón Tigre, que arrancaría el brazo al Almirante Nelson en el ataque a Tenerife de 1797.
Pero los usos de este versátil y bello espacio, del que salieron no solo los cañones con los que la flota española se defendía por los mares del Caribe, sino también piezas clave en la historia de España, como los leones que flanquean la entrada de las Cortes.
Ya lo dijo el escritor Álvarez Miranda a mediados del siglo XIX:
“Las piezas de artillería que salen de tan famoso establecimiento tienen una reconocida superioridad sobre casi todas las de Europa.”
El 30 de junio de 1959 la empresa pasaba a manos de Empresa Nacional Santa Bárbara de Industrias Militares, empresa pública que se encontraba dentro del Instituto Nacional de Industria, sin que el Ejército Español pierda prioridad sobre ella. Finalmente, la fábrica cesa su actividad en 1991.
Sevilla tiene un tesoro por descubrir, un erario de nobles bronces que defendieron y engrandecieron la historia España e inclusive de otros países a lo largo de los siglos. 22.000 metros cuadrados de desdichado patrimonio industrial olvidado, marginado, desterrado de los circuitos turísticos de la ciudad. ¿Es que acaso aquel monumento o espacio histórico que no tenga vinculación con la Semana Santa o la Feria no merece ser recuperado igual o mejor que una iglesia? Me duele ver el daño que nos hacemos los propios sevillanos permitiéndonos el lujo de tener ejemplos como estos abandonados a su suerte. Se me vienen a la mente la Casa de la Moneda, las Reales Atarazanas o el Puente de Alfonso XIII, iguales ejemplos de patrimonio industrial.
Lanzo esta pregunta al imaginario sevillano, ¿cuántos ejemplos más como este consentiremos?
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
- Sevilla tiene un tesoro por descubrir – El País
http://elpais.com/diario/2010/08/21/andalucia/1282342931_850215.html
- La Real Fábrica de Artillería o la invención de Morel – El Correo de Andalucía
http://blogs.elcorreoweb.es/tribunas/2009/12/12/la-real-fabrica-de-artilleria-o-la-invencion-de-morel/
- Dos fábricas sevillanas de aplicación militar (siglos XVIII y XIX) – Enrique de la Vega Viguera
http://institucional.us.es/revistas/rasbl/19/art_10.pdf
- Un paseo por la Fábrica de Artillería – Sevillanas
http://sevillanadas.blogspot.com.es/2010/06/un-paseo-por-la-fabrica-de-artilleria.html
- Fábrica de Artillería – Historiaarte Sevilla
http://historiartesevilla.blogspot.com.es/2013/09/fabrica-de-artilleria.html
— en Parroquia de San Bernardo. La primitiva Fábrica de Bronces echó a andar en la temprana fecha de 1565, no así la que hoy conservamos. Se sabe que existía un primitivo taller en 1525 y que tanto Juan Morel, como su hijo Bartolomé, fabricaron cañones desde Sevilla antes de esa fecha. En 1555, el maestro artillero y fundidor se trasladó al Barrio de San Bernardo, futura residencia de la fábrica. Parece ser que los primeros grandes pedidos de esta incipiente factoría tuvieron como destino la defensa del archipiélago canario.
Los Morel compraron en 1565 tres solares para la fundición de campanas y cañones. Solo tres años de abrir sus puertas, Felipe II ordena a la Casa de la Contratación que le proporcione a Bartolomé cobre y estaño para fabricar cañones. El hijo de los Morel también fabricaría para la Catedral el Giraldillo, varias campanas de la Giralda, el tenebrario y el facistol. En 1634 debido a la notoriedad que la fundición estaba consiguiendo, el Estado la adquirió. De esta manera, la Real Hacienda inicia así el régimen que se llamaría de los “asentistas”, en el que los fundidores quedan unidos a la industria por asientos o contratos de diez años. A partir de 1717 termina este periodo de asentistas comenzando la etapa de los Directores Militares.
De aquella primitiva fábrica hoy apenas conservamos restos, pues entre 1720 y 1773 los arquitectos-ingenieros Próspero Verboom y Jean Marit llevaron a cabo un ambicioso programa que modernizó de arriba abajo las vetustas instalaciones. El edificio exento de andamios duro poco, pues en 1782 las obras volvieron al lugar. En las nuevas reformas a la fábrica se le dotó del carácter barroco y monumental con el que hoy se le conoce. La centuria ilustrada concluiría con la construcción de tres grandes hornos, de 500, 600 y 700 quintales de bronce. Es ahora cuando oficialmente podemos dar por inaugurada, o más bien reinaugurada, la Real Fábrica de Artillería.
La vinculación de la Fábrica con la historia de América es incuestionable. En 1783 se le encarga la construcción de los cañones con los que España ayudó a los colonos norteamericanos a independizarse de Inglaterra. Como recuerdo de este hecho, en la puerta de la Fábrica se conserva un mortero con el nombre de Washington. La cosa no termina aquí, pues fue en esta célebre fundición donde se produjo el Cañón Tigre, que arrancaría el brazo al Almirante Nelson en el ataque a Tenerife de 1797.
Pero los usos de este versátil y bello espacio, del que salieron no solo los cañones con los que la flota española se defendía por los mares del Caribe, sino también piezas clave en la historia de España, como los leones que flanquean la entrada de las Cortes.
Ya lo dijo el escritor Álvarez Miranda a mediados del siglo XIX:
“Las piezas de artillería que salen de tan famoso establecimiento tienen una reconocida superioridad sobre casi todas las de Europa.”
El 30 de junio de 1959 la empresa pasaba a manos de Empresa Nacional Santa Bárbara de Industrias Militares, empresa pública que se encontraba dentro del Instituto Nacional de Industria, sin que el Ejército Español pierda prioridad sobre ella. Finalmente, la fábrica cesa su actividad en 1991.
Sevilla tiene un tesoro por descubrir, un erario de nobles bronces que defendieron y engrandecieron la historia España e inclusive de otros países a lo largo de los siglos. 22.000 metros cuadrados de desdichado patrimonio industrial olvidado, marginado, desterrado de los circuitos turísticos de la ciudad. ¿Es que acaso aquel monumento o espacio histórico que no tenga vinculación con la Semana Santa o la Feria no merece ser recuperado igual o mejor que una iglesia? Me duele ver el daño que nos hacemos los propios sevillanos permitiéndonos el lujo de tener ejemplos como estos abandonados a su suerte. Se me vienen a la mente la Casa de la Moneda, las Reales Atarazanas o el Puente de Alfonso XIII, iguales ejemplos de patrimonio industrial.
Lanzo esta pregunta al imaginario sevillano, ¿cuántos ejemplos más como este consentiremos?
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
- Sevilla tiene un tesoro por descubrir – El País
http://elpais.com/diario/
- La Real Fábrica de Artillería o la invención de Morel – El Correo de Andalucía
http://
- Dos fábricas sevillanas de aplicación militar (siglos XVIII y XIX) – Enrique de la Vega Viguera
http://
- Un paseo por la Fábrica de Artillería – Sevillanas
http://
- Fábrica de Artillería – Historiaarte Sevilla
http://
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Published by MCarmen CB
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Historia
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