En la Administración los dos tratamientos más usados para referirse o dirigirse a las autoridades son excelentísimo e ilustrísimo.
Excelentísimo es un tratamiento de cortesía, supone un superlativo de excelente, es un adjetivo con el que se reconoce y guarda respeto en el tratamiento. Se aplica tanto a personas físicas como jurídicas, como villas, ciudades, congregaciones, cofradías, etc.
El origen de este tratamiento data de principios del siglo XVI y surge para designar a los llamados Grandes, de sangre real. La legislación del momento en la Ley 1ª, Título XII de la Novísima Recopilación, en su artículo 11, argumentaba que este tratamiento "... es el mayor que permitimos a la más elevada esfera y el más distintivo en nuestros dominios". El tratamiento de Excelentísimo no va sólo sino en compañía de la palabra Señor seguido del Don, cuando se trata de nombres; y, lo encontraremos sin el Don y sin el Señor, cuando va referido a Títulos del Reino.
Son sinónimos Vuecencia, que en realidad quiere decir “vuestra excelencia”; Su Excelencia y Excelencia. La primera fórmula es de amplio uso y muy frecuente en el Ejército, se utiliza para dirigirse a generales, pero en este caso se usa, “mi General” sustituyendo a Señor.