El blog de MCarmen CB

La protección y la conservación de los documentos corrió a cargo de la iglesia desde los albores de la Edad Media. La situación de la iglesia católica como institución permanente y poderosa hizo que esta actividad en pro de la cultura se extendiera en el tiempo, dándole la primacía en este

campo durante el primer milenio y después de este, como lo atestigua el esplendor del archivo Vaticano.

La consolidación y el fortalecimiento de las monarquías europeas al final del primer milenio, así como la diversificación de las actividades del estado, favorecieron la creación y expansión los archivos, que fueron en definitiva la conservación de documentos relacionados con el rendimiento áreas administrativas gubernamentales, legales y financieras.

Durante el Antiguo Régimen, el uso de los archivos era esencialmente administrativo, por tanto lógicamente fueron protegidos y utilizados por los funcionarios reales en la gestión de sus asuntos.

El uso de la documentación archivística por los gobernantes para usos administrativos y políticos se ha intensificó durante el siglo XVIII, atrayendo la atención

a los archivos después de la revolución francesa.

En 1790, los nuevos gobernantes, sintiendo la necesidad de preservar los documentos oficiales en los que se sustentaba el régimen crearon el Archives Nationales en París, el depósito central de la documentación de  la República.

El decreto de Messidor en su artículo 37, aseguraba por primera vez en la Historia, el derecho al acceso público a los archivos del gobierno. Desde antiguo el concepto de documento significaba poder; ahora, la Revolución Francesa, sumaba al documento otra acepción nueva y pasa a ser considerado como un instrumento de poder pero su acceso es una señal del poder del pueblo, con lo cual sirviendo a las instituciones se servía a los ciudadanos.